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Concesión, al misionero claretiano, Pbro. Manuel Ogalla, del Galardón de la Caridad.

Espacio misionero diocesano de la Iglesia católica de Cádiz y Ceuta

Concesión, al misionero claretiano, Pbro. Manuel Ogalla, del Galardón de la Caridad.

La «Caridad» se hizo grande anoche, acordándose de los hijos más empobrecidos.

Anoche, en la Eucaristía de la comunidad parroquial de San Lorenzo en Cádiz, se hizo entrega a los padres de un misionero del Galardón de la Caridad.

Este premio es concedido por la Archicofradía del Pilar, que tiene su sede en dicho templo. Se le hizo entrega de una imagen de su titular y de una importante cantidad económica.

El Secretariado diocesano fue invitado a compartir tal dicha, y allí estuvimos. Agradecemos el gesto que la Archicofradía tuvo con la misión, y al Párroco, Pbro. Jesús, y la comunidad parroquial, por acogernos y llevar el amor de Cristo, por la Caridad, a los hermanos mas empobrecidos, en la persona del Pbro. Manuel Ogalla, en Zimbabwe.

Os dejamos con los textos que la Archicofradía, en la persona de Dª Inmaculada, Hermana Mayor, y la madre de Manolo, Dª Lola, pronunciaron:

CONCESIÓN DEL XXVI GALARDÓN DE LA CARIDAD

SÁBADO 7 DE SEPTIEMBRE DE 2019

RVDO. PADRE MANUEL OGALLA, MISIONERO CLARETIANO

Como cada año en el mes de septiembre, la Caridad se hace un poco más presente entre nosotros, materializándose en el galardón que desde hace veintiséis ediciones, esta Archicofradía del Pilar viene entregando a asociaciones, personas o instituciones que realizan una importante labor social y caritativa.

Siempre es necesaria la caridad y la solidaridad entre hermanos, sobre todo con aquellos más necesitados; pero en estos últimos años que estamos viviendo de tanta crisis económica y laboral, social y política, y en ocasiones crisis moral y familiar, se hace más necesaria aún esa ayuda social y asistencial. Y, por desgracia, hay lugares del mundo en los que la crisis, la falta de medios, el subdesarrollo y la falta de ayuda del resto de las naciones, es constante a lo largo de los años. Es en uno de esos lugares del mundo que siempre ha necesitado ayuda, donde se encuentra nuestro galardonado de este año 2019.

La Junta de Gobierno de la Archicofradía del Pilar ha decidido conceder este año el Galardón de la Caridad al Rvdo. Padre Manuel Ogalla, perteneciente a la comunidad de los Padres Claretianos. Manolo Ogalla, como es conocido por todos nosotros en esta Parroquia, ha decidido llevar su vocación sacerdotal a un lejano rincón de África, concretamente, a Zimbabwe. Es allí donde lleva desde el año 2012 desarrollando una importante labor misionera, actualmente, participando en la construcción y puesta a punto de una escuela en Zhomba.

Manolo siempre estuvo vinculado de alguna manera a actividades juveniles relacionadas con la Iglesia, donde fue forjando amigos en convivencias, campamentos y otras actividades propias de la edad. Fue tras una de estas convivencias con los Padres Claretianos, cuando decidió que su vida no iba a estar centrada en la Medicina, a pesar de haberse matriculado en la carrera. Fue en ese momento cuando decidió que quería dedicar su vida plenamente a Dios y a evangelizar con su obra, ingresando en ese momento en la comunidad de Padres Claretianos de Sevilla. Cursó estudios de Teología y Filosofía, y en el año 2012 decidió que debía dar un paso más, y puso en su vida un nuevo destino: Zimbabwe. Allí ha participado en varios proyectos de desarrollo agrícola y de comunicaciones; y, desde hace varios años, está inmerso en la construcción y dotación de materiales de una escuela para los más pequeños de Zhomba.

En esta Parroquia, siempre le hemos conocido como Manolo el misionero de Zimbabwe. Luego hemos tenido la suerte de conocerlo un poco más personalmente en las visitas anuales que realiza a Cádiz, y tenemos la suerte de compartir vivencias con sus padres, verdaderos embajadores de la labor de Manolo aquí en Cádiz. Lola y Manuel son dos personas cariñosas y entrañables que todo lo reciben con inmenso agradecimiento. Aunque ellos reconocen que no creían que ésta fuera a ser la opción de vida elegida por Manolo, han sabido respetarla y, además, acompañarle en su camino. En Cádiz, son los encargados de hacernos llegar todas las noticias de su hijo, la labor que está desarrollando allí, ayudan a canalizar las pequeñas ayudas que se pueden aportar a su proyecto, y son claros ejemplos de entrega a Dios en la ayuda a los demás.

Hoy son sus padres los que acuden a recoger el Galardón de la Caridad, ya que Manolo se encuentra desarrollando su labor misionera en Zhomba, un pequeño lugar de Zimbabwe donde cada día hace presente a Dios. Allí, en la escuela que Manolo está construyendo, estará dentro de poco colgado el pequeño cuadro con la Imagen de María Santísima de la Caridad que hoy entregaremos a su familia. Y digo pequeño cuadro porque, este año, es más pequeño de lo normal para que el propio Manolo lo traslade en su maleta hacia ese rinconcito africano. Lo recogerá en su próxima visita a Cádiz, prevista para el mes de enero, y desde aquí pasará a formar parte de la vida de esos niños y niñas de Zimbabwe que están pudiendo disfrutar de una educación gracias a la labor de Manolo. Él mismo me decía que sería un orgullo para él y para su labor, que María Santísima de la Caridad presidiera una de las salas de la escuela que con tanto cariño y esfuerzo están levantando. Y que Ella, en el interior de su maleta cargada de nuevas ilusiones y fuerzas renovadas, lo cuidaría en su viaje de regreso a Zhomba.

La labor que desarrolla Manolo requiere de manos entregadas,  de vidas puestas al servicio de Dios, pero también necesita de recursos económicos para poder sufragar los cuantiosos gastos que conlleva cualquier proyecto que se emprende. Por eso, hoy la Archicofradía del Pilar quiere poner su pequeño granito de arena para que, el importe de 600 euros que conlleva la concesión del Galardón de la Caridad, ayude un poco a seguir con los proyectos que ya están en marcha. Sabemos que no es mucho, pero con un poco de cada uno, podemos conseguir grandes obras. Ya está listo el pozo de agua, ahora son las placas solares de la escuela y la dotación de material para las aulas; y luego seguro que serán otras cosas que irán haciendo falta, porque cuando se trabaja con niños y en ambientes desfavorecidos, siempre hay alguna necesidad que cubrir.

Gracias a la labor que lleva a cabo Manolo y que, tanto él como su familia, han sabido transmitir a nuestra Parroquia de San Lorenzo, ha sido posible la creación del Grupo Misionero de nuestra Parroquia, donde jóvenes y adultos se han puesto manos a la obra, para poder contribuir a seguir llevando a cabo los proyectos en los que Manolo va participando. Qué bonito es ver germinar y crecer la semilla que otros han sembrado. Manolo, con sus vivencias y experiencias transmitidas en primera persona a todos los que tenemos la suerte de conocerle en esta comunidad parroquial, ha hecho crecer en nosotros ese entusiasmo por la labor misionera.

Como él mismo nos decía en su carta enviada el pasado 10 de agosto con motivo de la festividad de San Lorenzo, Diácono y Mártir, hay dos palabras en el dialecto de Zhomba que definen muy bien a la persona de San Lorenzo: kuzvipira, que significa darse a uno mismo, y kushandira, que significa hacer un trabajo gratuito fruto de la generosidad. Ambas palabras, que él utilizaba para poner de manifiesto las cualidades de nuestro patrón San Lorenzo, son también palabras que recogen la labor que él está llevando a cabo en Zimbabwe: servicio a los demás entregándose a uno mismo. Y ese servicio y entrega a los demás, sólo puede estar guiado y justificado por la Caridad, sembrada en nuestros corazones por el amor y la confianza en Dios.

Ojalá que Manolo continúe muchos años más llevando la Caridad de Dios a los más necesitados; y ojalá que siga despertando en cada uno de nosotros, aunque sea un poquito, la llama del servicio y la entrega a Dios, cada uno desde el puesto que esté desempeñando en ese momento, pero siempre guiados por la mano llena de Caridad de la Santísima Virgen.

Hoy, con la  Virgen de la Caridad tan cerquita nuestra, le pedimos que siga sembrando en Manolo, en su familia, en el grupo misionero de nuestra Parroquia y en todos los que desde Cádiz colaboran y participan en el Secretariado de Misiones, la semilla del amor y la dedicación a los más necesitados y desfavorecidos de nuestra sociedad. Que nunca le falte a Manolo ni a ninguno de nosotros una palabra de cariño hacia los niños y necesitados; que nunca se borre la sonrisa de nuestros labios para que encuentren en ella, lo mejor de cada día; que nunca se enfríen nuestras cálidas manos para que no dejemos de acariciar la necesidad del alma y el corazón. Seguro que la Virgen nos lo concederá.

Desde la Archicofradía del Pilar animamos a Manolo y a todos vosotros a que no desfallezcáis en el intento, a que seáis perseverantes a pesar de las dificultades del camino, y a que sigáis siendo ejemplo de trabajo callado, entregado y humilde. Que San Lorenzo nos siga guiando en nuestro camino, y que Nuestro Padre Jesús de las Penas, así como María  de la Caridad y del Pilar, nos bendigan y ayuden, y guíen a Manolo en esta hermosísima labor.

<«Queridos amigos de la Archicofradía de las Penas:

Os escribo unas cuantas letras en este día tan especial en el que todos optamos por la solidaridad y la justicia. En estas vísperas de la fiesta de la Natividad de María la virgen, Madre y Señora de la Caridad, (aunque mañana sea Domingo), me uno a vosotros en la distancia para dar gracias a Dios por el don de la vocación misionera, de hecho, mañana celebro mi aniversario de profesión, ¡14 años ya, cómo pasa el tiempo! Una vocación que sólo se entiende desde dos prismas: Primero reconocer que toda esta locura es don de Dios, él es quien elige y sostiene, quien llama y robustece en las debilidades. Segundo reconocer que no hay opción verdadera por Dios si no hay una opción radical por el ser humano, por sus desvelos y preocupaciones, por sus búsquedas y encrucijadas, por su dignidad y su esperanza.

Estos dos principios son un bálsamo en las dificultades y los contratiempos, así como también un antídoto contra el peligro de la soberbia y la prepotencia.

El Padre Claret, lleno de una clarividencia evangélica alucinante y siguiendo su profunda espiritualidad paulina, proclamó sin tapujos, allá por la segunda mitad del siglo XIX: «Enamoraos de Jesucristo y lo entenderéis todo, y haréis cosas más grandes que yo».

Así quiero entender este precioso gesto que habéis tenido conmigo y con el proyecto educativo que los Misioneros Claretianos estamos llevando a cabo en Zhomba Mission, Zimbabwe. Este galardón a la caridad es una manera elocuente de reconocer que Dios sigue optando por los pequeños y marginados, que él nunca abandona ni se olvida de sus hijos e hijas, especialmente los más necesitados. Al recibir este galardón concedido por la Archicofradía de las Penas y el precioso regalo de la imagen de nuestra Señor de la Caridad, me siento no sólo honrado y orgulloso desde lo poco que puedo estar haciendo, sino sobre todo empujado a seguir trabajando mucho más hasta dar la vida. Intentando desde lo profundo abrazar y acompañar las penas de tantos hombres y mujeres, tal y como inspira nuestro Titular. Vivir desde la Caridad -Charitas Christi urget nos- verdadera y comprometida siguiendo el ejemplo de María, aquella que pisó la cabeza de la serpiente y acurrucó al bebé en sus brazos.

Este galardón es don y tarea, sobre todo en el campo donde más me muevo, en la educación. Y una educación enmarcada en el ámbito rural y empobrecido del norte de Gokwe. Una educación, sobre todo, vivida desde y con corazón, como reza el lema de nuestro colegio Claret de Chiutsi.

Una vez mas, comparto mi profundo agradecimiento y admiración por la labor social que desempeñáis y el compromiso sincero que manifestáis por los más empobrecidos. Desde la distancia, pero con el corazón a vuestro lado, os mando un abrazo fraterno y rezo al Señor de las Penas y a nuestra madre de la Caridad que siga bendiciéndoos y cuidándoos. Nos vemos dentro de nada paisanos y amigos.

Manuel Ogalla CMF>

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