Verónica Mengod protagoniza el vídeo de Infancia Misionera «Jesús, tierra de todos»
«He llorado viendo la película. ¡y la he hecho yo!»
Fotos cedidas por Ignacio Martín «Esa semana de rodaje ha sido para mí un regalo.»
«Si se hiciera un largometraje de Mari Cruz, mi personaje, yo disfrutaría como una loca.»
«Animo a los padres a poner a sus niños unos días antes de la Jornada nuestro vídeo, y ya verás como el niño lo capta a la primera»
Con tan sólo 17 años ya presentaba en televisión el programa infantil El kiosco, junto al muñeco Pepe Soplillo. Después, pasó por algunos de los mejores programas de televisión y participó en series como La casa de los líos, Señor Alcalde, ¡Ala…Dina! o Luna Negra. La actriz y presentadora Verónica Mengod, colaboradora de 13TV, nos sorprende ahora con la interpretación de una carismática monja que acoge a los inmigrantes. Es la protagonista de «Jesús, tierra de todos», el vídeo institucional de Infancia Misionera de este año
¿Cómo se ha sentido en el papel de monja?
Con mucho respeto. Me ayudó muchísimo ir un convento de Madrid, donde las hermanas me vistieron y me acogieron. Había una monja de 85 años que me llamó la atención, por cómo miraba y actuaba. Esta experiencia me ayudó a meterme poco a poco en el papel.
Por ejemplo, me fijé en cómo hablaban con el Señor. No siguen los tópicos que cabría esperar. Yo me fijaba en su actitud, y son más serenas. Están por encima de lo humano, te miran y te escuchan de otra forma.
¿Qué le han dicho su familia y amigos al verla en el vídeo?
Ellos no me ven para nada como una monja. Muchos de mis amigos se han emocionado con la historia. Pero por otro lado, miran la película, y me miran a mí, y les entra la risa. Es un contraste tremendo, ¿no? Lo llamativo es que en la vida real, mi característica física es el pelo, y yo tengo un pelo muy frondoso, naranja y largo. De repente me ven con la toca blanca y negra, y es como si fuera otra cara. Es otro mundo, no sé cómo explicarlo.
¿Qué destacaría de su personaje, Mari Cruz?
De mi personaje, y en general de las monjas, destacaría esa entrega brutal que hacen. Pero en Sor Mari Cruz he aprendido algo más. Hay una escena en la que hablo con el comisario para pedirle que no se lleven al niño, sino que me lo den. Al principio lo interpreté como pensaba que haría una monja, con mucha serenidad, con ese estar por encima de las cosas porque han encontrado ya la fe, la paz. No sé. El director me indicó que así no era el personaje, que tenía que ponerme furiosa por defender al pequeño. El director y yo tuvimos nuestros más y menos, fue necesario hablar de cómo veíamos cada uno esa escena, porque yo no le veía como una mujer que da un puñetazo en la mesa, que se encara contra el comisario, que le amenaza, y que va a tener cargo de conciencia. Yo no lo veía así, pero el equipo de dirección sí.
Sor Mari Cruz era una mujer que estaba mucho en la calle, estaba a pie de obra con los niños, entonces tenía una fuerza y una lucha enorme. No es una monja que fuera ajena a la realidad, si tenía que enfrentarse al comisario, lo hacía; tenía un carácter muy fuerte.
¿Cómo han mostrado este carácter de la monja?
Yo me llevé zapatos y medias para el rodaje. Los directores, antes de vestirme de monja, me vieron unos calcetines largos que llevaba debajo de mis botas camperas, y me dijeron que me los dejara puestos. Además, en una escena jugaba al fútbol con los niños, y tenía que llevar zapatillas de deporte sobre esos calcetines. Al final, tuve que llevar ese look durante toda la peícula. No sé qué habrá pensado la gente de esas pintas, ¡pero quiero que quede claro que no fue idea mía!
En el vídeo se entrelazan los testimonios de los personajes reales y de los actores. ¿Qué ha sentido al interpretar una historia tan real?
Yo he llorado viendo la película, ¡y la he hecho yo! Es curioso que aun sabiendo lo que hay detrás de un rodaje y el make off, cuando veo la película, y oigo hablar a los padres de Hugo, me emociono y lloro. Yo creo que la película llega. Está hecha con mucho cariño, muy bien trabajada y montada. Está muy bien explicada, al mezclar los testimonios de los protagonistas reales de la historia, las hermanas de Mari Cruz, los niños. Me parece increíble cuando aparecen los padres de verdad y cuentan que Mari Cruz ha hecho más que su propia madre… es brutal. A mí me ha encantado.
¿Qué le ha aportado el personaje personalmente?
Esa semana de rodaje ha sido para mí un regalo. En primer lugar por conocer a estas monjas, del Convento de las Desamparadas de Madrid. Después las he ido a visitar, volveré con mi sobrina. Te cambia porque te implicas con las monjas que te han enseñado, que te han dejado su ropa, que te han explicado cómo se pone todo. Las que me han dado pauta.
Y hasta canta.
En un momento en el que rodábamos una escena en la capilla, estaba rodeada de estas monjas, y el director me dijo que improvisara y que cantara una saeta. Yo no sabía ni lo que era. La monja mayor me indicó que son frases que le dices a la Virgen. Entonces se me ocurrió cantar «Ay qué cara más bonita tiene mi Virgen.», ¡pero de una forma improvisada! Ellas me ayudaron en todo, yo preguntaba mis dudas, y ellas me respondían. Así se rodó.
Este rodaje me ayudado a valorar más, si cabe, a las monjas. Me ha encantado el personaje, porque tiene fuerza, pero a la vez se le cae la baba con los niños. Está orgullosa de la evolución de los inmigrantes que acoge. Es una mujer de contrastes. Me he divertido mucho, porque eran pequeñas escenas con diferentes momentos de esta monja: furia ante el comisario, ternura ante los niños.
Es un papel muy bonito de interpretar, para una actriz es espectacular. Si se hiciera un largometraje, yo disfrutaría como una loca.
¿Conocía a algún misionero? ¿De pequeña llevaba la hucha del Domund?
Alguna amiga mía tiene hermanas misioneras, y en la misa de mi parroquia llevan a misioneros, para ayudar a los jóvenes. También colaboro en algunas parroquias y ONG, donde hay sacerdotes que vienen y van a la misión.
Me acuerdo de que cuando era pequeña, llevaba la hucha con mi hermana y con el que ahora es mi cuñado. Ellos discutían si podían coger algo para chucherías, y yo les decía que no, que era un dinero para las misiones. También recuerdo poner la pegatina.
¿Cómo animaría a los españoles a colaborar con Infancia Misionera?
Yo creo que viendo la película se van a animar. Una forma de ayudar a los niños es que los padres les hablen de la suerte que tienen de tener una casa, y se les anime a desprenderse de algo que les importe para compartirlo con los que no tienen nada. El niño tienen que aprender a desprenderse. Se ha visto que en España somos solidarios, pero hay veces que nos cuesta dar lo que nos gusta. También animo a los padres a poner a sus niños unos días antes de la Jornada nuestro vídeo, y ya verás como el niño lo capta a la primera.
Para visualizar el vídeo: http://www.youtube.com/ Fotos cedidas por Ignacio Martín
Obras Misionales Pontificias | www.omp.es | 91.590.29.43 | prensa-2@omp.es
Para más información: Paula Rivas Chéliz |