El misionero diocesano, Andrés Drouet, desde Ecuador.
Os escribo recién ahora porque hace unas horas hemos conseguido que restituyan el flujo eléctrico. Hemos estado incomunicados.
Ha sido una experiencia terrible pero Dios nos ha sostenido y nos sigue sosteniendo. Estoy en uno de los puntos más afectados, Manta, y las necesidades empiezan a salir a la luz. Hay gente sin casas, sin comida, sin agua y sin luz. Lo han perdido todo, incluso familias enteras bajo los escombros. Las ayudas no abastecen y la población esta agotada. Pero, en medio del caos y la confusión, Dios sigue cuidando y protegiendo a nuestro pueblo y María Santísima cubre con su manto a nuestra gente.
Llevamos aún dos días y la tierra sigue temblando a nuestros pies, los nervios están a flor de piel y la gente se muestra angustiada pero no desesperanzada. La fe de este pueblo y esta gente es fuerte, más fuerte que los cimientos de las casas que se han derrumbado.
Ahora empieza la parte más difícil. Devolverles la calma y la paz. Levantar a los caídos, enterrar a los muertos y mantener a los que se tambalean. Dios es fiel y no falla. Él nos levantará.
Contamos con la solidaridad de todos, con la unión en la oración por nuestra tierra y nuestra gente.
El día comienza y hay que ponerse manos a la obra. Os mando un abrazo afectuoso y muchas bendiciones.
Creo que no hace falta mandar imágenes ya tenéis bastantes en los medios de comunicación.
Si en algún momento organizáis alguna ayuda económica o humanitaria tened presente que Dios os dará el ciento por uno.
Dios os bendiga, pbo. Andrés Drouet.