Los que oran por sus vecinos, actúan a su favor.
El Dr. Heinrich Hahn nació el 29 de agosto de 1800 en Aquisgrán en una familia religiosa que le inculcó la práctica de la oración diaria del rosario, un hábito que mantuvo hasta su muerte, que tuvo lugar el 11 de marzo de 1882 en su misma ciudad natal.
Se convirtió en médico en 1822, tras unos estudios en los que tuvo que rechazar las presiones de su tío que quería dirigirlo hacia materias técnicas. Prefirió en cambio la Facultad de Medicina de Gent. Le llevó dos años obtener la calificación y el reconocimiento de su título. Se vio obligado a trasladarse a Berlín para realizar el servicio militar obligatorio – en el ejército fue cirujano voluntario durante un año – y aprobar el examen ministerial de habilitación, que le permitió volver a su hogar.
En 1829, Hahn se casó con Maria Barbara Odilia Känzler: fue un matrimonio feliz y bendecido por el nacimiento de muchos hijos, diez. Aunque golpeado por la muerte de cuatro de ellos, y la desaparición prematura de su esposa en 1866. Hechos que el Dr. Hahn superó a la luz de la gran fe que le animaba. De hecho, no era un médico cualquiera: el Dr. Hahn siempre tenía abierta su puerta a los pacientes más pobres, a los que solía tratar de forma gratuita, sobre todo en los partos y en momentos de epidemias. Y esta fue la respuesta, aunque sea indirecta y no querida, a las críticas que más tarde le llegarían sobre que la generosidad ha de comenzar en casa.
A este compromiso caritativo, Hahn unió también una interesante actividad científica, con la publicación de un estudio sobre la meningitis tuberculosa, que en aquel entonces se mostraba invencible, sobre todo a nivel infantil.
Fue a la edad de 32 años cuando tuvo lugar un hecho muy importante para la vocación de Heinrich. El joven médico encontró una publicación en la mesilla de un paciente, el anuario de la Sociedad para la Propagación de la Fe en la ciudad de Lyon. Con lo que conoció la obra misionera de Pauline Marie Jaricot. Hahn quedó intrigado y más tarde decidió introducir el modelo francés en Alemania, con el objetivo de generar entusiasmo por la misión, y hacer que el compromiso misionero fuera estable y permanente.
Los primeros años de este compromiso se revelaron difíciles. El modelo era francés y las tensiones políticas que existían entonces, hicieron que encontrara resistencia a establecerlo en suelo alemán. Y el compromiso de Hahn, a favor de la Iglesia universal encontró poca comprensión en su país.
Hahn hizo todo lo que pudo, como ciudadano y político, para crear una sociedad más justa y ordenada, algo que consideraba la voluntad de Dios para la humanidad. Durante cuarenta años fue consejero y asesor en su ciudad natal, donde trabajó por la profilaxis sanitaria y la educación de las clases más desfavorecidas, exigiendo justicia para todos. Además de ser durante tres años miembro del parlamento de Berlín.
Por su fe, era solidario.
Como hombre de fe, participó activamente en muchas asociaciones y fraternidades católicas, trabajando por una unidad de objetivos en el campo católico. A sus críticos solía responder: “Debemos aceptar que los cristianos tienen un padre, Dios y una madre, la Iglesia Católica, a la que todos pertenecemos”.
A pesar de la resistencia a la que se enfrentó, Hahn se mantuvo fiel a su visión universal con el firme apoyo de la oración: “Los que oran por sus vecinos también están dispuestos a actuar a su favor”. Y al final acabó teniendo razón porque creció la conciencia de la actividad misionera.
La misión es cosa de todos.
La firme convicción del Dr. Hahn, de que la misión es tarea de todos los cristianos, de todo el mundo, lo llevó a fundar la Asociación Misionera San Francisco Javier en Alemania. Un movimiento laico que sigue vivo hoy en la Missio de la Sociedad Misionera Internacional.
Continuó su actividad hasta edad avanzada, ofreciendo al Señor el sufrimiento que la enfermedad que lo llevó a la muerte le provocaba continuamente. El 17 de diciembre de 2015 el Santo Padre autorizaba a la Congregación para las Causas de los Santos la promulgación de los decretos sobre las virtudes heroicas del Siervo de Dios Heinrich Hahn.
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