La obediencia del Papa Juan XXIII al “papa rojo”
OMPRESS-MADRID (25-4-14) Dejar la diócesis de Bérgamo para ponerse al frente de la Obra de la Propagación de la Fe, el DOMUND, en Italia, fue “el más decidido acto de obediencia” de la vida de Juan XXIII, y significó para él “un acto de sacrificio”, al tener que separarse de su “diócesis nativa, a la que tanto amaba”, según confesó en varias ocasiones el entonces monseñor Angelo Roncalli.
Pasó así, en 1921, a ser el “director nacional” de las Obras Misionales Pontificias (OMP) en Italia. Le costó tanto, que antes de decidirse, lo consultó con el cardenal Andrea Carlo Ferrari, arzobispo de Milán, quien le aconsejó obedecer al “papa rojo”, como se conocía en aquel momento al Prefecto de Propaganda Fide, la actual Congregación vaticana para la Evangelización de los Pueblos, de la que dependen los 1.103 territorios de misión. Se le llamaba “papa rojo” por tener la responsabilidad de esta gran parte de la Iglesia y vestir de rojo, como cualquier cardenal. “El papa rojo”, le decía el prelado milanés, “es el eco del Papa blanco. Y éste de Dios. No hay más que hablar. Donde Dios llama se va, sin ninguna duda, abandonándose en todo a la amorosa Providencia. Así gozará de una tranquila paz”.
Y a partir de ese momento, su amor a las misiones fue creciendo de tal forma que eligió como recordatorio de su consagración episcopal una imagen de la Virgen Reina de las Misiones, que él mismo había mandado pintar a unas religiosas y en la que pedía su intercesión para conducir a todos los hombres a la “luz del Evangelio” y su ayuda para “las fatigas apostólicas de nuestros misioneros, que están repartidos por todo el mundo para encaminar a los hombres por el camino seguro a la vida eterna”.
El futuro Papa salía de su iglesia local para “una misión de universalidad”, como él mismo la llamó. Sin embargo, ni en su tarea diplomática ni en su servicio en la sede de Pedro, olvidaría nunca la urgencia de la misión. “En mi servicio a la Santa Sede, en Bulgaria, en Turquía, en Grecia, en Francia –sobre todo en Francia, la siempre querida y gloriosa tierra del apostolado misionero−, nada pudo hacerme olvidar nunca el sabroso y sereno gozo del espíritu de aquellos primeros años en los que estuve dedicado a la acción misional”.
En el contexto de la Jornada de Vocaciones Nativas de este domingo 27 de abril, fecha en la que el Papa bueno será proclamado santo, es oportuno recordar que durante los primeros tres años de Pontificado, Juan XXIII había consagrado a 55 nuevos obispos nativos: 6 en la India, 10 en Vietnam, 4 en Formosa, 3 en Australia, 25 en África y uno en cada uno de los siguientes países: Pakistán, Myanmar (entonces, Birmania), Sri Lanka (Ceilán), Tailandia, Japón, Corea e Indonesia.