“Estemos cerca de todos los misioneros y las misioneras”, pedía el Papa en el día del Domund
OMPRESS-ROMA (21-10-13) Durante el rezo del Ángelus de este domingo en la plaza de San Pedro, el Papa Francisco recordó la jornada del Domund que se celebraba precisamente ese día en todo el mundo.
“Hoy se celebra la Jornada Misionera Mundial. ¿Cuál es la misión de la Iglesia? Difundir en el mundo la llama de la fe, que Jesús ha encendido: la fe en Dios que es Padre, Amor, Misericordia. El método de la misión cristiana no es el hacer proselitismo, sino el de compartir la llama que calienta el alma. Agradezco a todos aquellos que, a través de la oración y de la ayuda concreta, sostienen la obra misionera, en particular, la solicitud del Obispo de Roma por la difusión del Evangelio. En esta Jornada estemos cerca de todos los misioneros y las misioneras, que trabajan tanto sin hacer ruido y que dan su vida. Como la italiana Afra Martinelli, que ha trabajado durante muchos años en Nigeria: hace unos días ha sido asesinada, por robo. Todos han llorado, cristianos y musulmanes. ¡Era muy querida! Ella ha anunciado el Evangelio con su vida, con la obra que ha realizado, un centro de educación. Y de este modo ha difundido la llama de la fe. ¡Ha combatido la buena batalla! ¡Pensemos en esta hermana nuestra y saludémosla con un aplauso todos juntos!”. Afra Martinelli, la misionera italiana a la que hace referencia el Papa murió asesinada el 28 de septiembre en la región del delta del río Níger, en donde ofrecía sus servicios desde hacía más de 30 años.
El viernes, además, en su misa matutina en Santa Marta, el Papa Francisco hacía mención de quienes han dado su vida por la Iglesia y por la misión. Hablaba en la homilía de la celebración eucarística del “ocaso del apóstol” y de “esos santuarios de la apostolicidad y santidad que son las casas de reposo de los sacerdotes y monjas: buenos sacerdotes, buenas monjas, envejecidos, con el peso de la soledad, esperando que venga el Señor a llamar a la puerta de su corazón”.
Y animaba a todos a no olvidarse de estos hombres y mujeres. “Me pregunto si nosotros cristianos tenemos el deseo de hacer una visita – ¡que será una verdadera peregrinación! – a estos santuarios de santidad y de apostolicidad, que son las casas de reposo de los sacerdotes y monjas. Uno de ustedes me dijo hace unos días, que cuando iba a un país de misión, iba al cementerio y veía todas las tumbas de los antiguos misioneros, sacerdotes y monjas, sepultados allí desde hace 50, 100, 200 años, desconocidos. Y me decía, ‘todos estos puede ser canonizados, porque al final cuenta sólo la santidad cotidiana, esta santidad de todos los días’”.