Sacrificio de los «Enfermos misioneros», beato Lolo.
Un enfermo misionero nos “cita en la Alegría”
Vivir el “Octubre Misionero” nos ha recordado cuatro modos de colaborar con la misión: oración, sacrificio, limosna y vocación misionera. Nos cuesta a veces “encajar” el segundo de ellos…. Y, sin embargo, aunque a veces pretendamos mirar para otro lado, las limitaciones y las dificultades van apareciendo en nuestra vida. Podemos rebelarnos o bien aceptarlas y darles un sentido.
En esto tenemos un gran maestro: Manuel Lozano Garrido, “Lolo”, beato y enfermo misionero. Hoy, 3 de noviembre, celebramos los cuarenta años “de su nacimiento para el cielo”. Este laico, miembro de Acción Católica, periodista y escritor, pasó veintiocho años en silla de ruedas y los nueve últimos, además, ciego, siempre atendido por su hermana Lucy. Lo sorprendente es que Lolo logró vivir todos esos duros condicionamientos físicos con una alegría desbordante, que plasmó en sus numerosos escritos. ¿Su secreto? Experimentar que ese sufrimiento, aparentemente inútil, resulta ser un tesoro al unirlo a los padecimientos de Cristo; que ese dolor serenamente ofrecido al Señor se convierte en una formidable riqueza que aportar a la Iglesia y a su misión evangelizadora. Por eso se mantuvo vinculado a la Unión de Enfermos Misioneros (y publicó numerosos artículos en la revista de esta instancia de las Obras Misionales Pontificias).
Para cuando murió en Linares (Jaén), tal día como hoy del año 1971, Lolo, como un luminoso testamento, había dejado escrito este último mensaje: “Amigos: Por un tiempo no nos veremos; me adelanto al encuentro del Padre. Os agradezco que hayáis estado junto a mi muerte, como estuvisteis junto a mi sillón de ruedas. Sigo vuestro y os renuevo mi cita en la Alegría. Cuidad de Lucy. Y recordad que todo es gracia”.
Rafael Santos, colaborador de Obras Misionales Pontificias
En la red: MANUEL LOZANO GARRIDO «LOLO».