Intención Misionera del Papa para el mes de abril
OMPRESS-ROMA (6-04-10) Para que los cristianos perseguidos por causa del Evangelio, sostenidos por el Espíritu Santo, perseveren en el fiel testimonio del amor de Dios por toda la humanidad, es la intención misionera indicada por el Santo Padre Benedicto XVI para este mes de abril.
En una carta de Benedicto XVI, en mayo del 2007, a los obispos presbíteros, personas consagradas y fieles laicos de la Iglesia Católica en la República Popular China, el Papa decía: «Sé bien que las comunidades diocesanas y parroquiales, diseminadas en el vasto territorio chino, manifiestan una particular vivacidad de vida cristiana, de testimonio de fe y de iniciativas pastorales. Me consuela comprobar que, no obstante las dificultades pasadas y presentes, los Obispos, los sacerdotes, las personas consagradas y los fieles laicos han mantenido una profunda conciencia de ser miembros vivos de la Iglesia universal, en comunión de fe y vida con todas las comunidades católicas esparcidas por el mundo. En su corazón, ellos saben qué quiere decir ser católicos. Y es precisamente de este corazón católico del que tiene que nacer también el compromiso de hacer efectivo y manifiesto, tanto dentro de cada comunidad como en las relaciones entre las diversas comunidades, ese espíritu de comunión, comprensión y perdón que -como se ha dicho antes – es el sello visible de una auténtica existencia cristiana. Estoy seguro de que el Espíritu de Cristo, así como ha ayudado a las comunidades a mantener viva la fe en tiempos de persecución, ayudará también hoy a todos los católicos a crecer en la unidad. (.)
Al final de esta Carta os deseo, queridos Pastores de la Iglesia católica en China, sacerdotes, personas consagradas y fieles laicos, que estéis llenos de alegría «aunque de momento tengáis que sufrir un poco, en pruebas diversas: así la comprobación de vuestra fe -de más precio que el oro, que, aunque perecedero, lo aquilatan a fuego- llegará a ser alabanza y gloria y honor cuando se manifieste Jesucristo» (1 P 1,6-7).
Que María Santísima, Madre de la Iglesia y Reina de China, que en la hora de la Cruz, en el silencio de la esperanza, supo esperar la mañana de la Resurrección, os acompañe con solicitud maternal e interceda por todos vosotros junto con San José y con los numerosos Santos Mártires chinos.»